lunes, 25 de febrero de 2008

De la mala prensa que ha tenido el error siendo tan fructífero (para el arte al menos)



"Es absurdo pensar que mi muerte es falsa y que algún modo este proceso por el cual me estoy transformando en Antón Pavlóvivh Chéjov está ligado íntimamente a aquella, y hallará su conclusión en la superposición de los sucesos, en la comunión de ambos. Voy transformandome en el escritor que siempre anhelé ser al ritmo que voy muriendo, y sé que al cumplirse el primer suceso, el segundo no se hará esperar... Chéjov, Chéjov..."

"Raymundo"
ha caído en el error que lo lleva a perder la noción de las fronteras entre cordura y absurdo. No se trata de una pieza de teatro del absurdo, sino del absurdo de la vida, del sin-sentido de la existencia.
Esta pieza corre por el error, por ese filo que permite que la confusión invada la escena plagándola de incertidumbre, de preguntas, de inseguridad.
"Es absurdo pensarlo, pero ¿si así fuera?"

Por otro lado "Él" (no "Raymundo", ni Dios que no forma parte de esta pieza), "Escritor" corre literalmente, huye. Intenta escapar de aquello que (oh! ironía del destino) termina encontrando.
Luego el tránsito por la confusión conduce también a "Escritor" a caer en ella, a ser alcanzado por aquello que anhelaba no ver y a participar de lo imposible.
De algún modo, de eso se trata el teatro, de lo improbable, de lo imposible, lo fantástico, de todo aquello a lo que se le puede dar valor de verdad incurriendo en la confusión más intencional, en el absurdo; de todo aquello que nos permite tomar distancia de la realidad y de la lógica cotidiana, todo aquello por lo cual uno se presta al misterio.

No hay comentarios: